The Sun and the Moon

En el velo de la noche prospera un vínculo peculiar.

Dos almas entrelazadas, cada una reflejando la esencia de la otra, pero distintas en su final.

La luna, envuelta en una etérea soledad, aúna su mente con silenciosa gracia. Sus ideas, como constelaciones dispersas en una vasta conciencia, parpadean con un brillo melancólico. Ella guarda secretos, observa mundos invisibles, y sus dedos fluyen con poesía intrascendente.

En su soledad, encuentra paz, un santuario del clamor del mundo. Sin embargo, en medio de la quietud, persiste el dolor: un anhelo de conexión que resuena en su corazón. Porque la luna a menudo olvida que no está sola, que existe otro ser celestial, cuyo resplandor baña el mundo en calor y luz.

El sol, radiante y resplandeciente, un faro de esperanza en un mundo envuelto en la oscuridad. Su calor una melodía que canta a la vida y baña la tierra de posibilidad. Da luz, sostiene almas y su presencia es un bálsamo para corazones cansados.

La luna y el sol encuentran refugio en la mutua compañía; son espíritus afines fusionados por una conexión que trasciende el entendimiento mortal. Existen como dos mitades de un todo, completándose de maneras que las palabras no pueden expresar. Su vínculo, forjado en el crisol de la existencia, es una sinfonía de luz y sombra que ilumina el tapiz universal.

Aunque ellas caminan por caminos separados, sus destinos siempre entrelazados, encuentran consuelo en saber que nunca están realmente solas.

 


 

In the veiled shroud of the night, where stars whisper secrets to the moon, a peculiar bond thrives. Two souls entwined, each reflecting the other’s essence, yet distinct in their end.

The moon, wrapped in ethereal solitude, binds her mind with silent grace. Her ideas, like constellations scattered in a vast consciousness, flicker with a melancholy glow. She keeps secrets, observes unseen worlds, and her fingers flow with inconsequential poetry.

In her solitude, she finds peace, a sanctuary from the clamor of the world. Yet, amidst the stillness, pain lingers — a longing for connection that resonates in her heart. For the moon often forgets that she is not alone, that there is another celestial being, whose radiance bathes the world in warmth and light.

The Sun, radiant and resplendent, a beacon of hope in a world shrouded in darkness. Its warmth a melody that sings of life and bathes the earth in possibility. It gives light, sustains souls and its presence is a balm for weary hearts.

The Moon and the Sun find refuge in each other’s company; they are kindred spirits bound by a connection transcending mortal understanding. They exist as two halves of a whole, completing each other in ways that words cannot express. Their bond, forged in the crucible of existence, is a symphony of light and shadow that illuminates the universal tapestry.

Though they walk separate paths, their destinies ever intertwined, they find comfort in knowing that they are never truly alone.

 

Escrito el 27 de marzo de 2024 de una conversación con Val y para Val

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