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No permitas enamorarte

Escrito el 30 de abril de 2016

No permitas enamorarte de la vida o del aire que respiras. No dejes que te atrape el sol cautivador en un día frío de lluvia. Que no te atrapen tus deseos más profundos ni las palabras que sin querer son pronunciadas. No te vendas a esa sonrisa torcida que al observar con ojos tristes consigue iluminarte el alma. Se dijo.

Delante de un ordenador cansado con la mirada brillante se pregunta si realmente todo vale la pena. Si algo por lo que está luchando es necesario. Si vencer al miedo que un día te derrotó fue la elección correcta. Al mismo tiempo, asume que quizá aquél hombre que le dijo que la única escapatoria que había escogido para liberarse del mundo que le rodea y repugna, era la más nefasta que pudiese escoger, quizá tenía razón.

Es tan solo una aprendiz cuyos hilos ya no se mueven con gracia, y el color rosado que anteriormente descansaba en sus mejillas, se ha borrado con el paso del tiempo.

Permanecía quieta y sin moverse con un té humeante bajo su custodia. No decía nada, y su mirada vagaba en silencio por los rincones de la atrofiada habitación en la que se encontraba. Nada. Ruido. Voces incoherentes frente a la tempestad que la rodeaba. Vivaldi sonando en su mente mientras intentaba escribir alguna palabra delante de la hoja en blanco que delante de ella se encontraba. Su mirada paró en los apuntes que a su costado le gritaban ser estudiados. Se los miró mientras soltaba una carcajada. No estaba hecha para estudiar ese tipo de sinsentidos que llevaba dos semanas intentando descifrar.

Había perdido el apetito y su cambiante humor ya llevaba varios días jugándole malas pasadas. Sentía como su cuerpo se iba desmoronando pieza a pieza, como si de un puzzle mal construido ella se tratara. Como si el sentido que un día encontró en su vida se hubiese perdido tras todo lo vivido en el último mes. En su momento, se prohibió ser demasiado sentimental y que esto le afectara gradualmente en época de exámenes. Era demasiado terca y estricta consigo misma para permitirse que las emociones nublaran su mente cuando más la necesitaba.

Así que se dijo a si misma: No permitas enamorarte. No permitas enamorarte de la vida o del aire que respiras. No dejes que te atrape el sol cautivador en un día frío de lluvia. Que no te atrapen tus deseos más profundos ni las palabras que sin querer son pronunciadas. No te vendas a esa sonrisa torcida que al observar con ojos tristes consigue iluminarte el alma.

No permitas darle tu sonrisa aunque ya te tenga la mirada perdida. No permitas que la historia nunca contada gobierne los apuntes que a tu lado descansan. No dejes que la ineptitud en temas en los que nunca te has metido sean motivo para perder aquello que has conseguido. No me seas zopenca y fíjate solo en la hermosura de este joven Durkheim.

Pero era demasiado tarde. No podía no permitirse enamorarse, porque aunque doliera, valía la pena.

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